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viernes, 17 de junio de 2016

¿Cuál es el papel de la familia ante la falta de disciplina y el poder recuperar el respeto en las clases?

"Si me expulsas te denuncio". Diez años atrás sería impensable dirigirse a un profesor con semejante dureza.
 Hoy, el entorno escolar se ha vuelto más hostil y el comportamiento de algunos alumnos y alumnas, sobre todo en secundaria, es "incontrolable" y entorpece continuamente el desarrollo de una clase y, en definitiva, el fin último de la educación: enseñar y aprender.                          
 

En mis observaciones pude ver que los alumnos no respetan la entrada del profesor al salón, en mi época, la presencia del docente en el aula era sinónimo de quietud, de respeto y de organización. Los alumnos continúan deambulando por la clase, siguen charlando, hablan de sus salidas, entran y salen de la clase como si no existiera el docente. ¿Cómo impartir los conocimientos en este ámbito? Lo peor es que las familias están al tanto de lo que sucede pero no hacen o quizás no pueden hacer nada.




Los docentes perciben "una fractura social". Muchos profesores se sienten "desamparados y desprotegidos" al enfrentarse a un aula conflictiva. Hoy un alumno insulta o violenta al docente y éste debe pensar dos veces antes de reprimirlo por temor a lo que puede originar esta situación. ¿Los docentes le tienen temor a los padres? ¿O temen por la continuidad laboral? ¿Será por ello que muchas veces hacen oídos sordos y trabajan con quienes realmente quieren estudiar? La verdad convivir en situaciones tan problemáticas es desgastador y será por eso que tantos docentes solicitan licencia médica y la mayoría de las veces por casos de stress.


Las faltas de respeto crecieron. A muchos estudiantes no les importa su futuro, tienen de todo, sólo quieren trabajar. Cuando las faltas de respeto van más allá, ¿qué puede hacer un profesor?, ¿cómo defenderse?, ¿a quién acudir?
Hay alumnos que faltan continuamente al respeto en clase al profesor. También hay padres que lo hacen y no están de acuerdo con nada, sólo protegen a sus hijos.

 Hoy los alumnos no tienen sentimiento de culpa ni de arrepentimiento ante una falta de disciplina, y mucho menos si son enviados a casa. Al contrario, se alegran por los días libres sin tener que ir al colegio. Yo apuesto por dialogar antes de llegar más allá, ¿no?


Antiguamente un maestro tenía autoridad porque la propia sociedad se la otorgaba. Lo que decía o hacía un maestro era realzado por los padres y aceptado por los niños. Hoy en día no es así, se pone en tela de juicio todo lo que el docente hace y dice.
Mucha culpa del comportamiento de ciertos alumnos la tienen los padres, por no asumir la parte que les toca en la educación de los hijos. La educación empieza en la cuna y no podemos responsabilizar a los profesores y a la escuela de una educación que ha de ser compartida. Desde mi punto de vista, la justicia es la última vía. Y hay miles de caminos, trabajando en programas de convivencia, para evitar llegar a agresiones.

Quiero precisar que tampoco hay que alarmar. Las agresiones aquí son muy escasas, no pasa tanto por la violencia sino más bien por el respeto, estamos en una ciudad donde los adolescentes están más contenidos, nuestra sociedad es menos violenta pero de igual manera los docentes no están tan valorados. ¿Cómo lograr el respeto de los alumnos a los profesores, si muchas veces los padres no lo tienen?
Si se desautoriza al profesor y la figura del saber del maestro es destituida, ya sea por los padres o por la sociedad ¿Cuál sería la consecuencia para nuestros adolescentes? ¿Cuál sería su futuro, o mejor dicho, nuestro futuro?


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